Por: @Yrmana en Twitter / @yrmanaalmarza en Instagram
Un año ha pasado de la nueva normalidad. Un
año llevamos adaptándonos a esta nueva forma con aciertos y errores. Logramos
metas y también perdimos otras. A golpe y porrazo salvamos el año escolar y
aquí vamos cabalgando el segundo con la virtualidad de la mano. 
No sé cuántos han entendido que deben ser
maestros para alumnos digitales. Las evidencias marcan que pocos de corazón,
mente y espíritu van por ese camino, uno en el que es pionero las Escuelas
Arquidiocesanas no sólo en Colombia sino varios países de América Latina, como
mi país. De esas escuelas deberíamos aprender sus métodos, muy acertados por
demás.
Hoy un maestro debe tener más amplitud
mental pero también espiritual porque la conexión no es con la computadora o
con el teléfono o con la aplicación, es con el estudiante por medio de estos
dispositivos y herramientas que ellos manejan mucho mejor que nosotros porque
son nativos digitales.
Dar lo mejor de nosotros para que nuestros
chamos hagan click con nosotros. Importante no olvidar a sus padres, hermanos,
tíos, abuelos o cualquier otro acompañante, pieza fundamental de la educación a
distancia en menores de edad, sobre todo los más pequeños. Ellos son también
nuestro público receptor. 
Conectarse con el corazón de nuestros
alumnos, preguntarles cómo se sienten, cómo amanecieron, si comieron es
fundamental. El resultado de dos más dos o el nombre de la barca de Colón lo
consiguen en Internet; alguien se preocupe por ellos y además de eso, le enseñe
lo que deben saber, eso no se encuentra en la World Wide Web. 
Dejar de creer, abandonar la creencias que
nos mantiene siendo los maestros de siempre a través de una pantalla; ni somos
los mismos maestros ni la educación virtual es igual o se parece a la educación
convencional.  Entender que estamos en la
educación virtual y por lo tanto, frente a la abundancia de contenidos que hay
en Internet, como maestros debemos servir para mucho más.
Enfrentar la tecnofobia con tecnofilia que
no es más que mejorar nuestra actitud mental, abierta para el aprendizaje
porque en esta coyuntura hemos aprendido que la tecnología está al servicio de
la educación. Administrar más y mejor nuestro tiempo ante las nuevas exigencias
administrativas porque la educación virtual trae consigo más trabajo
administrativo.
Recordar que ya es tiempo que las
Instituciones también estén a la altura del nuevo modelo educativo pues la
amenaza del Covid-19 no ha terminado, muy por el contrario, estamos entrando en
una nueva fase más contagiosa, más peligrosa porque el virus es un mutante que
hoy nos enseña los dientes con la cepa amazónica y la cepa británica, ambas
presentes en Colombia ya. Nuestra obligación como maestros de esta nueva era es
también decir, adecúate y provéenos, a nuestros centros educativos y las
instancias que correspondan. Esta nueva realidad ya no es sólo exigente para
nosotros como maestros, también lo es para toda la estructura educativa. 
Pero no olvidemos que así como en esta
nueva ecuación la constante somos nosotros y seguiremos siendo nosotros porque
somos insustituibles, también debemos tener presentes que nosotros debemos
exigir las condiciones mínimas aceptables para darle la cara a esta nueva
modalidad de trabajo. Y cuando venga a decirnos que por qué no nos conectamos o
porque no hicimos tal o cual cosa, motivado a la falta de recursos, pues
respondamos de nuestros hígados no se puede pagar Internet, ni con los
bolsillos vacíos se puede comprar un teléfono o una tablet. 
Hoy ya no somos los mismos maestros que una
Pandemia enfrentó a lo desconocido para las mayorías educadoras. Hoy entendemos
que hay problemas técnicos para conectarnos y yo pienso o quiero creer que
somos más flexibles para comprender estas limitaciones y ofrecer alternativas
comprensivas a ellas.
En la actualidad sabemos mucho mejor cómo
manejar una situación difícil con ese otro público nada sencillo que tenemos
que manejar que son los padres. Nuestras reuniones virtuales con ellos siguen
siendo la escena para que demostrar que la batuta sigue en nuestra mano y en
una clase, ya no nos da miedo parar la dinámica para hablar con un
representante/acudiente cuando vemos que algo anda mal.
Somos hoy un poco más maestros digitales.
Tenemos nuevas premisas y las practicamos haciéndolas nuestras. Seguimos
adelante porque la educación no se detiene ni se detendrá. Cambiamos con ella y
esto, nos universaliza, nos hace más capaces, tanto, que seguimos, no nos han
despedido, no nos han sustituido aún. ¿Verdad que la virtualidad no es tan
mala?
¡Bendiciones!
Yrmana Almarza
Periodista y educadora venezolana
@Yrmana en Twitter / @yrmanaalmarza en Instagram

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