lunes, 10 de mayo de 2021

Más Educación

        

Por: @Yrmana en Twitter / @yrmanaalmarza en Instagram
#Opinión

Se necesita mucho de nosotros, de los maestros. Es un momento cumbre. No sólo tenemos el compromiso de enseñar sino de educar en valores ciudadanos. Lo voy a repetir: educar en valores ciudadanos. Así como lo leen, esto es parte del trabajo que hace un buen maestro. No es sólo el uno más uno son dos o el antes de b se escribe con m y no n, las palabras que suenan a n.

Podemos hacer más. Educar más, dar más educación a nuestros niños, jóvenes y adultos. A todo nivel los maestros, los educadores, los profesores somos formadores de conciencia ciudadana. Me gusta siempre compartir con las pocas con las que hablo sobre educación y me permiten expresar mis ideas, pues por ser extranjera a la mayoría de las personas locales les es mejor que yo sólo escuche y que no hable, el ejemplo de Japón en materia educativa.

Hasta los cinco años el niño o niña, es criado con el máximo amor que su familia puede darle. Se le llena de cariño y afecto, haciéndolo sentir muy importante, muy valorado, muy amado. Entre los seis años y los 15 años al niño o niña se le educa para aprenda todos los oficios del hogar pero sobre todo se le educa para que conozca todas las Leyes, sus Derechos, sus Deberes. Se le educa para que conozca y reconozca su lugar en su sociedad y en el mundo y busque ese lugar con el espíritu de ubicarse en él con rectitud, pulcritud, decencia, honorabilidad, lo enseñan a hacer las cosas bien, a valorar y agradecer el trabajo que cada uno de los miembros de su familia, su entorno, su sociedad realizan; comprende el niño que toda labor no es importante sino muy importante y cada una de las personas que realizan esas actividades merecen respeto, trato amable, digno, gentil, merecen ser honrados.

El infante japonés a los 15 años es un ser humano de grandes valores humanos, sociales, que respeta profundamente sus leyes, sus costumbres, sus creencias, que entienden que no es único en el mundo sino que el mundo está lleno de seres diversos que también tienen apego por sus leyes costumbres y creencias. El infante japonés a los 15 años ya se sabe ser social activo y se sabe poderoso agente de cambio y transformación social porque fue educado para ser ciudadano no sólo de su país sino del mundo. Como todo el mundo ha sido educado igual, bueno, ya saben cómo se debe desarrollar el paradigma de la educación desde el ejemplo y los modelos de admiración.

Nosotros no hacemos eso en ningún país de América Latina. De Venezuela para abajo, la educación es: la que se da en la casa que implica modales básicos y generales en comportamiento social y religioso más la que se recibe en la escuela que implica conocimientos básicos, generales y específicos, estos últimos dependiendo de las ofertas académicas oficiales y los intereses del estudiante. Tildamos de afortunados aquellos niños y niñas con padres que se preocupan y ocupan porque sus hijos tengan una mejor educación, una mejor formación y por ende, una mayor y mejor incidencia en la sociedad para la cual los están preparando. Pero estos siempre son una minoría destacable, tanto de padres como de infantes bien por sus recursos económicos y posición social o por su constancia, perseverancia y sacrificio.

Debemos educar, más que enseñar. Más educación, educación en valores, educación ciudadana, educación para ser conscientes de nuestros DERECHOS HUMANOS, CIVILES, de nuestro rol como actores de la sociedad en la que nos tocó vivir así como miembros de una sociedad global. Las Democracia siempre dan oportunidad para una Carta de Derechos Fundamentales que sus ciudadanos desconocen y que cuyo conocimiento se lega sólo para una clase muy selecta de abogados o defensores sociales. Es básico, esencial, que todo ser humano conozca su Constitución y sus Leyes. Nosotros como maestros también debemos conocerlas para bien enseñarlas, para bien educar a nuestra generación de revelo en el uso correcto de sus Derechos Fundamentales cuando los Estados u organizaciones políticas o de naturaleza poco honorables, nos amenacen.

Más educación. Hagámoslo. Ya nada nos detiene. No tenemos que ir a un salón de clases; el aula la tenemos a la mano y nuestros alumnos están allí, siguen allí, frente a nosotros. Maestros, enseñamos para la vida, no para que nuestros alumnos mueran en una carretera. Enseñamos para hacer ciudadanos, no vándalos. Educamos para que una voz cuando se alce, sea escuchada, no para que la ahoguen en barbarismos y mucho menos para que esa conciencia que estamos educando, caiga en manos incorrectas y perversas de la manipulación de irregulares que con verbos de justicia social sólo generan caos, terror, pobreza y miseria.

Más educación para que nuestros hermanos no sean carne de cañón de nadie y de ningún sistema, de ninguno. Más educación para la formación de ciudadanos, para la construcción de ciudadanía. El trabajo hagámoslo nosotros. No esperemos jamás ver que esa educación, que ese nivel repose en un currículo nacional. Leamos a nuestros chicos la Declaración Universal de Derechos Humanos, desde el preescolar, digámosle que todo ser humano nacido vivo, tiene Derechos y es igual ante todas las Leyes en todo suelo de esta tierra. Los medios ya sabemos manejarlos, ya no hay excusa.

Que los medios convencionales en vuelta de unos años sean espacios en los que escuchemos lo correcto, lo justo. Que nuestras calles estén llenas de personas que sepan escoger a sus gobernantes porque mucho de nuestros problemas tienen como base la ignorancia de nuestros ciudadanos para escoger a sus gobernantes. Sé que nos acusarán, de enseñar política, pero no. Tú y yo maestro, sabemos que educamos ciudadanos críticos, que con argumentos y evidencias, no sean presa ni de la izquierda, del centro o la derecha. Dios los bendiga. Sigamos cuidándonos. Somos cada día más necesarios para nuestros países, nuestras sociedades, para nuestra gente.

Yrmana Almarza

Periodista y educadora venezolana

@Yrmana en Twitter / @yrmanaalmarza en Instagram

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