Se necesita mucho de nosotros, de los
maestros. Es un momento cumbre. No sólo tenemos el compromiso de enseñar sino
de educar en valores ciudadanos. Lo voy a repetir: educar en valores
ciudadanos. Así como lo leen, esto es parte del trabajo que hace un buen
maestro. No es sólo el uno más uno son dos o el antes de b se escribe con m y
no n, las palabras que suenan a n. 
Podemos hacer más. Educar más, dar más
educación a nuestros niños, jóvenes y adultos. A todo nivel los maestros, los
educadores, los profesores somos formadores de conciencia ciudadana. Me gusta
siempre compartir con las pocas con las que hablo sobre educación y me permiten
expresar mis ideas, pues por ser extranjera a la mayoría de las personas
locales les es mejor que yo sólo escuche y que no hable, el ejemplo de Japón en
materia educativa.
Hasta los cinco años el niño o niña, es
criado con el máximo amor que su familia puede darle. Se le llena de cariño y
afecto, haciéndolo sentir muy importante, muy valorado, muy amado. Entre los
seis años y los 15 años al niño o niña se le educa para aprenda todos los
oficios del hogar pero sobre todo se le educa para que conozca todas las Leyes,
sus Derechos, sus Deberes. Se le educa para que conozca y reconozca su lugar en
su sociedad y en el mundo y busque ese lugar con el espíritu de ubicarse en él
con rectitud, pulcritud, decencia, honorabilidad, lo enseñan a hacer las cosas
bien, a valorar y agradecer el trabajo que cada uno de los miembros de su
familia, su entorno, su sociedad realizan; comprende el niño que toda labor no
es importante sino muy importante y cada una de las personas que realizan esas
actividades merecen respeto, trato amable, digno, gentil, merecen ser honrados.
El infante japonés a los 15 años es un ser
humano de grandes valores humanos, sociales, que respeta profundamente sus
leyes, sus costumbres, sus creencias, que entienden que no es único en el mundo
sino que el mundo está lleno de seres diversos que también tienen apego por sus
leyes costumbres y creencias. El infante japonés a los 15 años ya se sabe ser
social activo y se sabe poderoso agente de cambio y transformación social
porque fue educado para ser ciudadano no sólo de su país sino del mundo. Como
todo el mundo ha sido educado igual, bueno, ya saben cómo se debe desarrollar el
paradigma de la educación desde el ejemplo y los modelos de admiración.
Nosotros no hacemos eso en ningún país de
América Latina. De Venezuela para abajo, la educación es: la que se da en la
casa que implica modales básicos y generales en comportamiento social y
religioso más la que se recibe en la escuela que implica conocimientos básicos,
generales y específicos, estos últimos dependiendo de las ofertas académicas
oficiales y los intereses del estudiante. Tildamos de afortunados aquellos
niños y niñas con padres que se preocupan y ocupan porque sus hijos tengan una
mejor educación, una mejor formación y por ende, una mayor y mejor incidencia
en la sociedad para la cual los están preparando. Pero estos siempre son una
minoría destacable, tanto de padres como de infantes bien por sus recursos
económicos y posición social o por su constancia, perseverancia y sacrificio.
Debemos educar, más que enseñar. Más
educación, educación en valores, educación ciudadana, educación para ser
conscientes de nuestros DERECHOS HUMANOS, CIVILES, de nuestro rol como actores
de la sociedad en la que nos tocó vivir así como miembros de una sociedad
global. Las Democracia siempre dan oportunidad para una Carta de Derechos
Fundamentales que sus ciudadanos desconocen y que cuyo conocimiento se lega
sólo para una clase muy selecta de abogados o defensores sociales. Es básico,
esencial, que todo ser humano conozca su Constitución y sus Leyes. Nosotros
como maestros también debemos conocerlas para bien enseñarlas, para bien educar
a nuestra generación de revelo en el uso correcto de sus Derechos Fundamentales
cuando los Estados u organizaciones políticas o de naturaleza poco honorables,
nos amenacen.
Más educación. Hagámoslo. Ya nada nos
detiene. No tenemos que ir a un salón de clases; el aula la tenemos a la mano y
nuestros alumnos están allí, siguen allí, frente a nosotros. Maestros,
enseñamos para la vida, no para que nuestros alumnos mueran en una carretera.
Enseñamos para hacer ciudadanos, no vándalos. Educamos para que una voz cuando
se alce, sea escuchada, no para que la ahoguen en barbarismos y mucho menos
para que esa conciencia que estamos educando, caiga en manos incorrectas y
perversas de la manipulación de irregulares que con verbos de justicia social
sólo generan caos, terror, pobreza y miseria. 
Más educación para que nuestros hermanos no
sean carne de cañón de nadie y de ningún sistema, de ninguno. Más educación
para la formación de ciudadanos, para la construcción de ciudadanía. El trabajo
hagámoslo nosotros. No esperemos jamás ver que esa educación, que ese nivel
repose en un currículo nacional. Leamos a nuestros chicos la Declaración
Universal de Derechos Humanos, desde el preescolar, digámosle que todo ser
humano nacido vivo, tiene Derechos y es igual ante todas las Leyes en todo
suelo de esta tierra. Los medios ya sabemos manejarlos, ya no hay excusa.
Que los medios convencionales en vuelta de
unos años sean espacios en los que escuchemos lo correcto, lo justo. Que
nuestras calles estén llenas de personas que sepan escoger a sus gobernantes
porque mucho de nuestros problemas tienen como base la ignorancia de nuestros
ciudadanos para escoger a sus gobernantes. Sé que nos acusarán, de enseñar
política, pero no. Tú y yo maestro, sabemos que educamos ciudadanos críticos,
que con argumentos y evidencias, no sean presa ni de la izquierda, del centro o
la derecha. Dios los bendiga. Sigamos cuidándonos. Somos cada día más necesarios
para nuestros países, nuestras sociedades, para nuestra gente.
Yrmana Almarza
Periodista y educadora venezolana
@Yrmana en Twitter / @yrmanaalmarza en Instagram

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