Qué convulsionados estamos. No sólo es la
amenaza del Covid-19, ahora nos amenazan cambios legales lesivos en lo
económico y en la salud. Ya la paz mental estaba afectada y había empezado a
encontrar algo de estabilidad -o consuelo- en la rutina diaria doméstica y en
la costumbre de empezar a entender que las nuevas maneras de producción pueden
estar dentro de las paredes del lugar que habitamos. 
Así como de golpe nos llegó el cambio al
modelo educativo, recibimos una bofetada cuando nos dijeron que se necesita
llena una botija para otros, de nuestros cueros, dejando intacto el cuero de
otros que debería ser el cuero contra el que se cometa el ultraje. Esto nos
activó. No sólo docentes sino toda la clase popular dejamos de lado la labor y
se emprendió una nueva forma de resistencia mixta: protesta presencial con el
máximo apoyo virtual.
Nunca antes se ha visto, desde todos los
ángulos de la virtualidad una protesta física, presencial como la que se está
dando en este momento como eco vivo de la opinión pública y esto se debe a que
hoy, hay más personas de cualquier edad, sabiendo cómo manejar un equipo
telemático y cómo multiplicar un contenido real en la autopista digital.
Los maestros dejaron de teclear, de enviar
voices, de construir y diseñar materiales, tomarles fotos y convertirlas en PDF
para enviarlas. Apagaron las cámaras y los link de reuniones se dejaron de
generar porque la defensa ante las nuevas amenazas así lo requirieron. ¿Me
están siguiendo? ¿Entiende lo que está pasando? Los maestros que tienen la
oportunidad de ser hoy maestros digitales, docentes virtuales, están
demostrando que pueden dejar de "trabajar" para hacer algo diferente
a lo habitual. Aprendimos a apagar nuestra señal porque ya sabemos cómo
encenderla.
Así como las pruebas a la forma de educar
nos llegaron sin pedirlas, sin esperarlas, de igual manera nos llega, con un
anuncio político que nos afecta a todos y nos enerva como población, la prueba
que evalúa a los maestros en su nueva faceta como educadores virtuales. Lo
técnico, el margen de manejo, la capacidad de maniobrar lo tecnológico se ve
aprobada satisfactoriamente. Hubo un paro y con él, todo se detuvo; hubo un
levantamiento del paro y con este, todos los botones de encendido volvieron a
brillar y las conectividades se volvieron a dar. Los link volvieron a llegar y
los click y las teclas empezaron a sonar otra vez.
Aunque haya un camino más largo o más corto
para "los nuevos maestros" en cuanto a pedagogía educativa digital,
en lo técnico vamos muy bien. Ojalá, los maestros caigan en cuenta de esto, que
con el paso de los días dando clase desde casa, su habilidad mecánica se
afianza, su mente se abre a entender el manejo y uso de un App, de un
dispositivo; aumenta su comprensión sobre el desenvolvimiento y desarrollo de
una red de conexiones. Ojalá los maestros tengan la suficiente amplitud mental
para comprender que están adquiriendo destrezas poderosas y más que necesarias
para seguir adelante como agentes de cambio social.
El "yo no sé andar ese bicho o ese
perol", -entiéndanse no saber manejar un dispositivo o un App- para cada
día más maestros que vienen del modelo educativo tradicional, se está volviendo
pasado, es más, ya saben andar los corotos esos para expresar su opinión frente
a las amenazas sociales y plegarse a otros movimientos de protestas digitales
de manera exitosa pero sobretodo, satisfactoria para el maestro que hoy, con
esta prueba social, ha demostrado que ya es un ciudadano digital.
Sigamos. No dejemos de cuidarnos. Nuestros
pueblos, nuestras ciudades, nuestros países nos necesitan más que antes.
Bendiciones para todos. 
Yrmana Almarza
Periodista y educadora venezolana
@Yrmana en Twitter / @yrmanaalmarza en Instagram

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