Por: @Yrmana en Twitter / @yrmanaalmarza en Instagram
Un adulto sano y normal, actúa, piensa y razona desde su marco de referencias, es decir, desde su creencias. Hay creencias limitantes y las hay liberadoras. "El maestro enseña y el alumno aprende", es una frase que nos ha sobado el ego desde el día que nos licenciamos para educar. Bajo este precepto, no sólo nos formamos en la Academia, nos hicimos docentes; hasta que llegó el microbio y nos está enseñando a la mala, como dicen acá, que hoy aprende más el maestro que el mismo alumno.
La Pandemia nos agarró la cara y nos ha
puesto a mirar a la educación como una experiencia colaborativa: el muchacho
también nos enseña cosas valiosas y más que útiles para nosotros en este momento.
Triste por aquellos colegas que no cuentan con las herramientas para pasar de
las creencias limitantes a las creencias liberadoras. Triste por aquellos
colegas que aún contra la pared y frente a la pantalla siguen pensando hoy que
el maestro es el único que enseña.
¿Cómo se supone que sabes dar clases en
línea si tú nunca tuviste una clase virtual en tu desarrollo académico? ¿Por
qué piensas que puedes seguir dando la clase de la misma manera que lo hacías
cuando estabas en el aula? ¿De verdad crees que una clase virtual es sólo
escucharte hablar a ti? ¿Puedes dar clases en línea porque hiciste un cursito
de dos horas, de tres días o porque sabes manejar un dispositivo novedoso? 
No es suficiente tener herramientas,
equipos, manejar plataformas, saber subir o descargar contenidos si no creamos
un espacio agradable, como comunidad, para fomentar la curiosidad insaciable de
aprender con nosotros frente a ellos ahora. Hay que conectar con ellos desde el
corazón, dejando de lado nuestras creencias limitantes. 
Como maestros somos privilegiados. En la
era de la muerte estamos vivos; en el ciclo de la peste estamos sanos. ¿Por qué
seguir mirando hacia atrás cuando lo que viene lo tenemos al frente? Sé que a
todos nos ha removido la vida esta Pandemia, que seguramente ningún jefe se ha
detenido a preguntarte cómo te sientes o qué necesitas para ser docente virtual.
Sólo te han recargado de trabajo, sólo te han puesto más tareas, sólo te están
exigiendo que des los números, que rindas, qué cumplas. Sólo te han pedido que
transites esta crisis y que sigas vivo a la salida del túnel. Pero a pesar de
todo esos sinsabores, mírate al espejo y sábete privilegiado. La crisis sólo
llega cuando lo viejo no ha terminado de morir y lo nuevo no ha terminado de
nacer.
Nosotros estamos allí, en esa caótica primera
fila, viendo como protagonistas principales la culminación de una manera de
enseñar y el nacimiento y consolidación de la nueva manera. ¡Seamos maestros
virtuales! ¡Seamos educadores e línea! ¿Por qué ese empeño en ser el maestro de
siempre a través de la pantalla? En este acto, la muerte de lo viejo y el
nacimiento de lo nuevo somos insustituibles. El método educativo cambia frente
a nosotros pero en ningún momento dice que el maestro ya no es necesario ¿Entonces?
¿Por qué seguimos abrazados a creencias limitantes? ¡Nada nos reemplaza! Pero
el maestro, de mantenerse tozudo en los viejos esquemas, se auto saca del
juego. Nada será peor que unos alumnos que te quiera escuchar. Si cuando
enciendas tu computador tienes 40 estudiantes locos apagar la transmisión,
hemos perdido.
Así como aprendimos para educar en un
modelo que jamás pensamos que se iba a agotar, ahora nos toca aprender para
continuar educando en este nuevo modelo que todo nos indica que permanecerá por
mucho tiempo como el vehículo para enseñar. 
Maestros, nos toca transitar la deconstrucción
cognitiva, nos toca entender que nuestros alumnos, técnicamente, son nuestros
nuevos mejores maestros, que estamos obligados a ver esta educación como la
nueva forma de educar en comunidad porque vivir mi estimado colega invocando
volver a la normalidad del pasado, no es sano. Ni para usted, ni para los
muchachos. 
Lo técnico es muy fácil, aunque no lo crea.
Lo difícil es que usted cambie sus creencias. Entender que nuestros alumnos no
necesitan a un parlachín aburridor, sino a una verdadero inspirador, capaz de
transmitir emoción por la pantalla como esa que sentimos cuando por el celular,
le escribimos al amor de nuestras vidas y este nos contesta y se nos ilumina el
alma de tal forma que no hay nadie a nuestro alrededor que no note la luz que
irradiamos. Internet jamás educará, los que educamos somos nosotros. ¡Hagámoslo
bien! Bendiciones para todos.
Yrmana Almarza
Periodista y educadora venezolana
@Yrmana en Twitter / @yrmanaalmarza en Instagram

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